Toyota, una de las mayores empresas automotrices del mundo, se ve envuelta en un escándalo tras la revelación de que se llevaron a cabo amaños en pruebas de seguridad. La noticia ha generado inquietud y cuestionamientos sobre la integridad de los procesos de evaluación en una compañía reconocida por su compromiso con la calidad y la seguridad de sus vehículos. 

La multinacional japonesa, al conocer la magnitud de la situación, ha respondido con un comunicado en el que asegura que tomará medidas inmediatas para abordar este problema. La transparencia y la prontitud de la respuesta son fundamentales para restaurar la confianza de los consumidores y del público en general, quienes han visto en Toyota a lo largo de los años como un referente en términos de fiabilidad y seguridad vehicular. 

Toyota, que también anunció el miércoles la retirada de un millón de vehículos en Estados Unidos por un problema con los airbags, vio caer sus acciones en un 4% en la bolsa de Tokio, tras haberse desplomado casi un 6% en la apertura. 

El escándalo ha salido a la luz con la revelación de que se llevaron a cabo manipulaciones en las pruebas de seguridad, un componente crítico en la evaluación y certificación de los automóviles antes de salir al mercado. 

La investigación puso de manifiesto fallos profundamente arraigados en los procesos de producción de Daihatsu, identificando 174 irregularidades en 25 categorías de pruebas. 

En total, 64 modelos de vehículos están afectados, fabricados para Toyota, Mazda y Subar. 

La reputación de Toyota, construida a lo largo de décadas, ha sido una parte integral de su éxito en la industria automotriz. La compañía ha sido reconocida por sus estándares rigurosos de calidad y seguridad, lo que hace que este escándalo sea aún más impactante. La confianza del consumidor, una vez erosionada, puede ser difícil de recuperar, y Toyota se enfrenta a un desafío significativo para restaurar su imagen.