El presidente estadounidense Donald Trump confirmó que sostuvo una conversación telefónica con Nicolás Maduro , aunque evitó revelar su contenido. En un tono lacónico, el mandatario se limitó a admitir el contacto y subrayar que no ofrecería más detalles. “La respuesta es sí”, dijo cuando se le preguntó directamente si había hablado con el líder venezolano, una admisión que sorprendió incluso dentro de su propio equipo.

Presionado por los periodistas, Trump se aferró a la ambigüedad. “No puedo decir si fue una buena o mala llamada, fue solo una llamada” , insistió, esquivando cualquier interpretación política. La charla, según filtraciones anteriores, habría ocurrido días atrás e involucrado también al secretario de Estado Marco Rubio. Las fuentes apuntan a que podría haberse explorado un posible encuentro bilateral, aunque por ahora no existen avances concretos.

El gesto ocurre en una fase especialmente tensa de la relación entre ambos países. Estados Unidos mantiene una postura firme frente a las acciones del gobierno venezolano, y la reciente escalada —incluyendo decisiones que afectan directamente al espacio aéreo y a la seguridad regional— ha encendido alarmas en América Latina. Para algunos analistas, el simple hecho de que se retomara un canal directo constituye un indicio de que Washington no descarta vías diplomáticas.

Desde Caracas, la reacción fue inmediata. El gobierno de Maduro interpretó la llamada como una señal de reconocimiento político, pero al mismo tiempo denunció lo que considera maniobras de presión externas. “No nos dejaremos intimidar”, han reiterado voceros oficiales, subrayando que cualquier diálogo debe darse en condiciones de respeto mutuo y sin imposiciones.

Mientras tanto, otros actores regionales observan el movimiento con cautela. La posibilidad de un deshielo parcial podría alterar equilibrios diplomáticos en la zona, aunque todavía es temprano para hablar de un giro real. Lo único claro es que la comunicación entre Trump y Maduro, incluso envuelta en opacidad, abre un nuevo capítulo en una relación marcada por la desconfianza, la confrontación pública y la necesidad de canales de negociación que hasta ahora parecían cerrados.