La última fecha de las Eliminatorias Sudamericanas culminó con una debacle para la Selección de Venezuela: una derrota humillante por 6‑3 ante Colombia en Maturín —con un repóquer de goles de Luis Suárez — enterró definitivamente toda esperanza mundialista. Aun ganando, la Vinotinto dependía del resultado de Bolivia , que no falló. En La Paz, los bolivianos derrotaron 1‑0 a Brasil y aseguraron el repechaje intercontinental.

El revés ante Colombia fue un golpe tremendo a las ilusiones de Venezuela , que estaba en la pelea por un hito histórico: su primera clasificación mundialista. La goleada dejó claras las diferencias entre el potencial ofensivo colombiano y la fragilidad defensiva vinotinto . El monumental marcador desató una frustración colectiva que ya no encontró consuelo.

Mientras tanto, Bolivia sorprendió a todos en El Alto gracias a un penal ejecutado magistralmente por Miguel Terceros en tiempo de adición del primer tiempo. Este resultado no solo acercó a los altiplánicos a su primer repechaje desde 1994, sino que confirmó la eliminación de Venezuela. “Este golpe duele tanto como la derrota en sí misma” , declararon varios medios, reflejando el desconsuelo nacional.

Para Colombia, el cierre de eliminatoria fue ideal: una victoria arrolladora en campo ajeno sirve para celebrar su retorno al Mundial de Norteamérica 2026, sellando su pase con autoridad. Suárez se consagró como la figura del partido, y el equipo mostró una combinación eficaz de experiencia y dinamismo.

En contraste, Venezuela vio esfumarse no solo sus posibilidades de clasificación directa, sino también la última puerta hacia el Mundial. El impacto emocional se sentirá durante meses en su afición y en el cuerpo técnico. “Se agotó el sueño mundialista en una noche trágica y decisiva” , resumieron analistas deportivos en medio del silencio que hoy envuelve al seleccionado.

Con la Vinotinto fuera de toda opción, Bolivia toma el relevo como el único representante sudamericano que jugará el repechaje. Su gesta en La Paz mantiene viva una disputa que refleja la pasión y la crueldad de la pelota: un solo resultado puede cambiarlo todo.